Y nuevamente como otros días el eco de la noche comenzó a tornarse gris, fue en ese instante que un estruendo ponzoñoso ilumino en perpetuidad la oscuridad de un solo soplo.
-Este día es especial y nadie podrá irrumpir en mis planes.
Que equivocado que estaba, corrí pavoroso y excitado por las veredas frías de un invierno amenazador, me logré refugiar en un almacén, lo más curioso del asunto es que nadie custodiaba el lugar, por esa misma razón me asile en él. Presurosamente ingresé, había cajas vacías de cartón por doquier, vitrinas con libros empotrados, estantes con una infinidad de revistas y un pequeño lugar donde no cabía ni un solo dulce más. Mis pantalones estaban humedecidos por la lluvia tormentosa que había azotado en aquella noche y ni que decir de mi camisa azul marina, planchadita con tanto esfuerzo, ¡carambas!, estaba hecho un harapo. ¿Por qué justo tenía que pasarme hoy día?, era mi aniversario, cumplía exactamente un año con mi adorada enamorada, mi princesita, mi doncella, mi damita como siempre lo repetía quedamente a sus orejitas tibias; ¿ahora que me queda? solo esperar en este lugar húmedo, como el corazoncito roto que se queda allá y esté loco tornasol quedándose acá, solitario como tantas noche de placer, me que sólo con la impotencia. ¡Linet!, mi bellísima Linet; había quedado con ella en pasar a recogerla a las diez de la noche y mira que hora es, son diez para las once, seguro que debe estar echando chispas por tal plantón y para colmar mi estúpida mala suerte, la luz se había retirado, tanta lluvia había hecho corto circuito en la planta principal del pueblo. El muelle quedaba cerca, podía escuchar las olas quebrase con un miedo espantoso, parecía que el mar se fuera a salir y el cielo a caer, pues los lacrimales caían como cataratas sin presa que pueda retener. Ya eran las once y cuarto, era evidente que ella no iba a esperarme, y para qué digo yo, si de todos modos no iba a ir corriendo a su casa, el pueblo era un fantasma sonriente y nadie podía echarme una manito ahora. Decidí quedarme en ese lugar, como había tantas revistas comencé a leer algunas, todas, absolutamente todas hablan de mitología, bueno en realidad salvo algunas que eran de comics, pero hacían referencia a historias míticas y extra espaciales, uyyy!!!, parecían una mezcla entre Et, Star Wars, Viaje a las estrellas y hasta un polvito de Harry Potter, que tal miscelánea de sesos de estos tipos, como hicieron para crear semejante idiotez; lo único rescatable eran esas historia que a mi me fascinaban, la mitología griega.
Dios el tiempo se me izo frágil, ya era la una y veinte, en el transcurso de ese tiempo había leído aproximadamente cuatro revistas de ochenta a cien páginas cada una, mis ojos ya se dilataban, no acostumbraba a leer sin lentes, estaba cansado, agotado ante tanto trajín, mis párpados pesaban plomo, medio sonámbulo me dirigí al rincón del almacén y me cobije con los cartones viejos que sobraban, lo último que presencie fue la imagen de un hombre con capa y un cetro entre su brazos.
Creo que había dormido demasiado, aunque me fue un tanto incómodo dormitar en el suelo, sentía escalofríos, ya era hora de marcharme a casa, debía explicar las razones de mi ausencia en casa de mi diosa Linet, me frote los ojos una y otra vez, ¡no!, ¡no!, ¡no!, otra vez mas porsiacaso, claro que no era mi lagaña pegada a mis ojos, ¿es cierto lo que veo?, pero, ¿qué es esto?
A mi alrededor solo habían campos verdes, montañas gigantescas, manantiales prístinos como el cielo que me ofrecía esa mañana, y a lo lejos un sendero rutilante embellecidos con florecillas hermosísimas, una voz provenía del fondo del lugar, sonaba irritante.
-Maldito bastardo, no puedo imaginarlo, no puedo creerlo, es imposible tal predicción.
Toda magia y todo encanto habían quebrado, sí, esa voz seca e imponente provenía de ese hombre fornido con capa dorada y unos laureles entre sus sienes, me acerque sigilosamente para observar con quien hablaba, parecía un loco pues sus palabras eran dirigidas a un báculo, y ahora que me acuerdo fue de esta manera que empezó el cuento que leí, y por supuesto no era cualquier báculo, sí, lo recuerdo, era un oráculo, era realmente imponente, destilaba una calidez abrazadora y al mismo tiempo causaba timidez.
-Una sangre divina empuñará el cetro de la temporalidad y dominará en su lugar todo tiempo y todo espacio y gobernará desde los cielos sempiternos.
Juro que esas palabras las había escuchado antes, pero ¿a quién iban dirigidas?, no me acuerdo muy bien, siempre me falla la memoria, y en estos momentos no me podía echar atrás, recuerda, recuerda.
-Entonces no permitiré que nadie ose colocar sus bastardas manos sobre mí. Los titanes son mis hijos servidores, pero no creo que se atrevan a rebelarse, son dueños de la tierra, eso les pertenece, no pueden ni deben rebelarse, además no tienen acceso al cielo, Rhea y yo somos los únicos, es mi felicidad y no concibo traición de ella.
Ya me acorde, pero no, como va a ser él, entonces eso significaría que esto es un sueño de…
No encuentro otra razón más que esta, no puedo creerlo, estoy metido en una de las historietas que leí anoche, pero ¿como sucedió todo esto?, no me lo imagino. Tiene que ser él, seguro que es el padre de todos, sí, es el divino Cronos, entonces es cierto lo de los libros y las revistas, Cronos tomó por esposa a Rhea y el oráculo hizo predestinar una amenaza al supremo del universo, sería destronado por uno de sus hijos y éste se convertiría en el sucesor y soberano dios del universo.
Dios, casi me ve, por estar pensando en miles de posibilidades que obviamente son ciertas, voy a seguirlo.
Cronos salió despavorido ante tal noticia, corrió con pasos agigantados, lo seguí hasta un portal alumbrado con luces resplandecientes, fue en ese lugar y en ese momento que observe la mayor de las bestialidades.
Su boca comenzó a agigantarse de extremo a extremo, mostrando unos dientes salivados por el odio y la satisfacción, muy lentamente se iba tragando unos paños, al parecer se estaba tragando a sus propios hijos. A grandes males, grandes remedios.
-Yo seré el supremo, el todopoderoso, nadie arrebatara mi poder.
No me había dado cuenta, cuando intempestivamente ingresó Rhea, la supuesta perra esposa fiel del inescrupuloso, quien presurosa se tendió a los pies de Cronos, implorando que nunca mas volviera hacer eso, al parecer no era la primera vez que lo hacia, pero lo puerilmente significativo era que en sus ojos rutilantes perduraba al mismo tiempo la tristeza y la esperanza. Rhea mostrando desolación y haciendo un poco de aquí y poco de allá, sacando ese espanto trágico, se dirigió a su aposento y tomó los paños humedecidos lacrimógenamente, con los cuales se dirigió al campo volviendo con una sonrisa maquiavélica, de sien a sien.
Vociferando volcánicamente.
-Rhea ¿dónde estás? Has presencia a mí, ¿qué es eso que traes entre brazos?
-Es el último de nuestros hijos, el mas hermoso de todos-, respondió vivazmente.
-Entrégamelo, te lo ordena tu Dios.
-Atrévete a arrancármelo de mis brazos si puedes.
De una sola mirada amilano a su reina, tomando entre sus manotas el paño adornado por la gracia de la vida. Y como era de esperarse, se lo trago intempestivamente de un solo bocado.
Que sorpresa para el pobre, lo que se había tragado no era un paño lleno de materia inmortal, no señores, lo que se había tragado era un diamante en bruto, bruto como él para semejante estupidez. Claro, no había tiempo porque esperar, inquieta como fiera observe a Rhea echarlo entre sus delicado pecho al hijo que estaba guarecido en su alcoba. Como la noche incesante cubierto por un vaivén de vientos refugiados en los flagelos luminosos, rugió estrepitosamente Cronos, ya para ese instante la reina había salido corriendo protegida por las sombras de la neblina. El único refugio que tenía era la isla de Creta, donde sus fieles terrícolas le rendían una profunda veneración.
Entre las entrañas de Creta, navegando por ríos, cruzando pantanosas riberas, esquivando espinas ponzoñosas, llego al bosque indicado y fue en ese lugar que puso a disposición de las ninfas al niño, para que cada una de ellas fuera madre y sirviente de él.
-Por lo que mas quieran protejan como a mi vida misma a este hijo de dioses, hasta la madures perfecta debe saber la verdad.
-Así lo haremos mi reina. Contestaron inhiestas las ninfas.
Para mi era realmente alucinante lo que vivía y veía, no me explicaba como no me podían ver y como estaba de pronto en diferentes lugares, increíblemente era mi sueño.
Fue de esta manera que sucedió todo, yo vi claramente como ella entregaba a su hijo besando sus pies y lavándole con sus mismas lágrimas. Me hace recordar a la vecina de mi enamorada, quien después de haber recibido una buena paga por dejar a su hijo en brazos de extraños, comenzó a restregarse y golpearse el pecho y llorar lágrimas de sangre creyendo que con eso es suficiente para amenguar su dolor y su perfecta imbecilidad. Las ninfas cumplieron con su promesa, durante muchos días velaron por el bienestar del niño, dormitaba en una cuna de oro y siempre un sonido arrullaba su sueño. Por su parte la naturaleza hacía su parte, Amaltea, era la cabra blanca que amamantaba al niño, abejas destilaban una dulce miel para alimentar al recién nacido, las palomas le llevaban en su pico la ambrosía, alimento de los inmortales y un águila de alas inmensas, era portadora del néctar, bebida de los dioses.
Inclusive observe como las ninfas se idearon para entretener al niño, crearon una pelota de oro que al ser lanzada al aire desprendía una luz cálida. Apenas el niño comenzaba a llorar, los sacerdotes, comúnmente llamados Coribantes, comenzaban a golpear con un barrote los escudos de cobre, estos ruidos los realizaban para que Cronos no escuchara el llanto del pequeño.
Habían pasado largos días y noches, el niño dejo de serlo, para pasar a ser un adulto resuelto, embellecido con la fuerza y la sabiduría que solo un Dios puede engendrar. Lo más excitante y desastroso se inició, llego a enterarse de la verdad y con ello acarreo una treta en contra de su padre.
Un día decidió convertirse en el fiel servidor de su padre. Lo primero que hizo cuando llegó a él, fue ganarse su respeto y confianza, fue de esta manera que en una copa de vino mezcló un sinnúmero de brebajes.
-Tome mi señor, Dios entre los dioses. Aclamaba el joven.
-Gracias jovenzuelo.
Cuando de repente su estómago comenzó a revolucionar, tirado en el suelo vacio un cúmulo de vómitos y fue ese ingenio que hizo revivir y salir de las tripas de Cronos a sus hermanos rejuvenecidos, al igual que el diamante. Nunca había presenciado tal espectáculo, como era posible que de la garganta de un hombre salieran seres absolutamente desarrollados, mismos aliens. Imaginemos a Poseidón, Hades, Hera, Deméter y los Cíclopes salir de la nada a lo lleno, arrogados al mundo y encima crecidos y dotados de unos increíbles poderes.
Cronos enardecido por la cólera, con una rabia goteando entre sus manos, huyó hacia el Olimpo.
El joven contó con lujo de detalles a sus hermanos sobre lo sucedido con ellos y con él, entonces propuso.
-Hermanos dignos de la vida eterna, prolongación de un ser abominable, dejadme ser su más acolito seguidor en la lucha por lo justo, es necesario enfrentar la soberbia irremediable de nuestro padre. Necesito la alianza de dos hermanos en contra del supremo.
Poseidón, Hades y el encendido muchacho tomaron entre sus manos el destino de Cronos. Con la ayuda de los cíclopes enfrentaron las fuerzas divinas de su padre, quien contaba con el respaldo de todos los titanes.
-Yo soy Zeus dios de dioses, y tú padre que estas arriba, te abomino sobre todas las cosas, no merezco ser llamado hijo tuyo, porque tu no fuiste padre para mi, así como tu no fuiste digno hijo de tu padre Urano, mil veces te repudio y mil veces te maldigo.
Los dos ejércitos enemigos lucharon furiosamente, mezclándose entre una tempestad de piedras, lanzas, flechas y saetas, saliendo vencedores los cíclopes. Terminadas estas grandes guerras los tres hermanos se repartieron las diferentes regiones del Cosmos, a Hades le correspondió reinar en las entrañas de la tierra, dios de los funerales y la muerte. A Poseidón, le correspondió reinar sobre el mar y todas sus criaturas y a Zeus el dominio del cielo. Desterraron a los titanes y establecieron su morada en la cima del Monte Olimpo. El Olimpo es la montaña más alta de Grecia y está situada entre Macedonia y Tesalia, coronada por nubes, donde existe la eterna primavera, el aire es siempre tibio y la luz brilla con toda su pureza.
Claramente se percibía un aura de paz, mezclada entre los olores de una sangre derramada en pro de la justicia, aquella que tantas veces se nos niega como cuando a uno le tocan la puerta los hermanos de Jehová y simplemente esas entradas se abren y cierran en cuestiones de segundos o en los peores de los casos ignoramos su presencia. Fue así como sucedió todo, desde su trono de marfil Zeus gobernaba con el poder absoluto que solo él podía ejercer, si estaba enfadado, solo bastaba con gritar y el cielo retumbaba con relámpagos y rayos, y como todo suceso tiene su efecto y contradicción, el cielo nuevamente se tornaba de gris a un azulado esperanzador. Disminuida la ira del dios el viento se calmaba y aparecía la ninfa Iris, mensajera divina, colocando en la bóveda del cielo su banda de siete colores: el arcoiris, anunciando así el buen tiempo.
En lo absoluto, la visión era espeluznante pero al mismo tiempo divino y místico, era una fascinación, un sueño convertido en realidad, siempre desee estar presente en este momento, sin embargo nunca me imagine estar viviendo semejante hospitalidad, ¡uyuyuyyy... carajo!, me olvidaba que tenia que despertar, mi amada Linet debe estar preocupada por mí, tengo que justificar mi falta, aunque algo en mí me impide, y no sé como despertar, la magia celestial de este encanto me atrapa con su beldad. Los dioses vivían de lo más tendido, bien echados ellos, la vida era tranquila y plácida, nada perturbaba su paz. Por las mañanas, la Aurora, abría las puertas del palacio y una hermosa luz se difundía por el cielo, ese cielo no era tan solo azul, a veces mutaba y era rojizo, vestido de oropel, de un tenue verde oliva, me encantaba tanto hasta tal punto de permanecer en él como un pitoflero escudriñando entre la solemne belleza de sus campos y de esa calidez que siempre este trovador perseguía. ¿Y ahora que me queda?, estoy absolutamente solo, así como lo está Zeus, solitario en su cetro dolido por el divagar de un sueño impenetrable, que bueno saber que no soy el único, que alegría que la tristeza mía es compartida por la inmortalidad de la justicia, encerrado en una tibieza celestial y ensamblada en la hermosura de su prolongación.
Un día Zeus, pensó que una esposa podría alegrar su vida en el gran palacio. Descendió a la tierra donde vivía una hermosa diosa llamada Hera, para enamorarla recurrió a su acostumbrado recurso de la metamorfosis, desató una tormenta y se convirtió en una especie de ave parecida a la tórtola refugiándose a los pies de Hera. Compadecida la diosa del pobre animal, lo recogió y lo puso en su pecho para darle calor, pero Zeus le pidió que fuera su esposa. Y otra vez épocas de romanticismo agobian mi recuerdo, se celebraron las solemnes bodas, asistiendo todos los dioses hombres y animales, Hermes sirvió de mensajero para citar a tan importante fiesta. Así la bella Hera se convirtió en la reina del Olimpo. Zeus y Hera procrearon varios hijos, el ingenio de Zeus y el poder de este de cambiar su apariencia lograron poblar la tierra y el cielo de dioses y semi-dioses. Ahora la costumbre solitaria deja empapada mi lirica tristona y esta copla quisiera verla tendida en la mesa de mi amada, mi amada que lleva alejada de mi tantas horas como lo es esta fantasía de la realidad, y es que esta prosa ensoñadora no me deja, pero como lo viejo es lo nuevo y lo nuevo se volverá viejo debo evitarla y volver al pasado a la misma realidad palpable, si Zeus es feliz siendo dios yo seré feliz siendo hombre.
Cuando desperté, solo traje a colación a mi mujercita bella, y sin importar la desgracia de mi porte, salí corriendo del lugar, aún lloviznaba, quedaba la resaca de lo sufrido, esa que Vallejo movió con sus dedos grandes. Corrí y corrí, no había que pensar en nada, solo en aquella mujer que su vida me dio por entera y la mía entregué bajo su sexo. Un síntoma de nerviosismo recorrió mi ser cuando de pronto llegue a su casa, mojado y espantado por el recibimiento que me daría, me inundo la pena más honda, en ese momento me di media vuelta, pero ya estaba allí no había marcha atrás, ya era tarde. Toque su puerta y salió ella, era eternamente Linet, renunciaría a ver la el amanecer, a ver trinar los pajarillos, a ver como la alegría se plasma en un atardecer de arcoíris, y por último a ver la reverberación del cielo y sus olas reventando en sus nubes, todo era insignificante frente a ella.
-Te espere ayer, y mira como vienes, ¿es justo?
Realmente no era justo ni para ella ni para mí, pero no entendió el por qué de mi ausencia, era distinta, no la reconocía, no era la mujer de mentalidad abierta de la cual siempre caminaba enamorado.
-T e entiendo, perdóname, soy una tonta amor, ayer fue una fecha tan especial para mí que la idea de que estés lejos me hace sentir deleznable, frágil, ¿perdóname si?
Y como no iba a perdonarla, era la mujer perfecta, no encontraría otra mas adecuada que ella, la única capaz de reconocer sus errores y decir perdón, me equivoque, lo siento; por eso la amaba tanto.
-Amor ayer soñé que yo era una reina y estaba sentada en un trono a lado de un hombre profundamente bello y sabio, y tú ¿Qué has soñado?- me lo decía con tanto asombro y angustia, que sus ojos brillaban hasta el punto de lagrimear.
-¿Yo?, yo solo pensaba en ti Linet, no soñé nada, y una pluma se posó en mi hombro y comprendí que de lejos alguien me observaba con solemne justicia.
-Este día es especial y nadie podrá irrumpir en mis planes.
Que equivocado que estaba, corrí pavoroso y excitado por las veredas frías de un invierno amenazador, me logré refugiar en un almacén, lo más curioso del asunto es que nadie custodiaba el lugar, por esa misma razón me asile en él. Presurosamente ingresé, había cajas vacías de cartón por doquier, vitrinas con libros empotrados, estantes con una infinidad de revistas y un pequeño lugar donde no cabía ni un solo dulce más. Mis pantalones estaban humedecidos por la lluvia tormentosa que había azotado en aquella noche y ni que decir de mi camisa azul marina, planchadita con tanto esfuerzo, ¡carambas!, estaba hecho un harapo. ¿Por qué justo tenía que pasarme hoy día?, era mi aniversario, cumplía exactamente un año con mi adorada enamorada, mi princesita, mi doncella, mi damita como siempre lo repetía quedamente a sus orejitas tibias; ¿ahora que me queda? solo esperar en este lugar húmedo, como el corazoncito roto que se queda allá y esté loco tornasol quedándose acá, solitario como tantas noche de placer, me que sólo con la impotencia. ¡Linet!, mi bellísima Linet; había quedado con ella en pasar a recogerla a las diez de la noche y mira que hora es, son diez para las once, seguro que debe estar echando chispas por tal plantón y para colmar mi estúpida mala suerte, la luz se había retirado, tanta lluvia había hecho corto circuito en la planta principal del pueblo. El muelle quedaba cerca, podía escuchar las olas quebrase con un miedo espantoso, parecía que el mar se fuera a salir y el cielo a caer, pues los lacrimales caían como cataratas sin presa que pueda retener. Ya eran las once y cuarto, era evidente que ella no iba a esperarme, y para qué digo yo, si de todos modos no iba a ir corriendo a su casa, el pueblo era un fantasma sonriente y nadie podía echarme una manito ahora. Decidí quedarme en ese lugar, como había tantas revistas comencé a leer algunas, todas, absolutamente todas hablan de mitología, bueno en realidad salvo algunas que eran de comics, pero hacían referencia a historias míticas y extra espaciales, uyyy!!!, parecían una mezcla entre Et, Star Wars, Viaje a las estrellas y hasta un polvito de Harry Potter, que tal miscelánea de sesos de estos tipos, como hicieron para crear semejante idiotez; lo único rescatable eran esas historia que a mi me fascinaban, la mitología griega.
Dios el tiempo se me izo frágil, ya era la una y veinte, en el transcurso de ese tiempo había leído aproximadamente cuatro revistas de ochenta a cien páginas cada una, mis ojos ya se dilataban, no acostumbraba a leer sin lentes, estaba cansado, agotado ante tanto trajín, mis párpados pesaban plomo, medio sonámbulo me dirigí al rincón del almacén y me cobije con los cartones viejos que sobraban, lo último que presencie fue la imagen de un hombre con capa y un cetro entre su brazos.
Creo que había dormido demasiado, aunque me fue un tanto incómodo dormitar en el suelo, sentía escalofríos, ya era hora de marcharme a casa, debía explicar las razones de mi ausencia en casa de mi diosa Linet, me frote los ojos una y otra vez, ¡no!, ¡no!, ¡no!, otra vez mas porsiacaso, claro que no era mi lagaña pegada a mis ojos, ¿es cierto lo que veo?, pero, ¿qué es esto?
A mi alrededor solo habían campos verdes, montañas gigantescas, manantiales prístinos como el cielo que me ofrecía esa mañana, y a lo lejos un sendero rutilante embellecidos con florecillas hermosísimas, una voz provenía del fondo del lugar, sonaba irritante.
-Maldito bastardo, no puedo imaginarlo, no puedo creerlo, es imposible tal predicción.
Toda magia y todo encanto habían quebrado, sí, esa voz seca e imponente provenía de ese hombre fornido con capa dorada y unos laureles entre sus sienes, me acerque sigilosamente para observar con quien hablaba, parecía un loco pues sus palabras eran dirigidas a un báculo, y ahora que me acuerdo fue de esta manera que empezó el cuento que leí, y por supuesto no era cualquier báculo, sí, lo recuerdo, era un oráculo, era realmente imponente, destilaba una calidez abrazadora y al mismo tiempo causaba timidez.
-Una sangre divina empuñará el cetro de la temporalidad y dominará en su lugar todo tiempo y todo espacio y gobernará desde los cielos sempiternos.
Juro que esas palabras las había escuchado antes, pero ¿a quién iban dirigidas?, no me acuerdo muy bien, siempre me falla la memoria, y en estos momentos no me podía echar atrás, recuerda, recuerda.
-Entonces no permitiré que nadie ose colocar sus bastardas manos sobre mí. Los titanes son mis hijos servidores, pero no creo que se atrevan a rebelarse, son dueños de la tierra, eso les pertenece, no pueden ni deben rebelarse, además no tienen acceso al cielo, Rhea y yo somos los únicos, es mi felicidad y no concibo traición de ella.
Ya me acorde, pero no, como va a ser él, entonces eso significaría que esto es un sueño de…
No encuentro otra razón más que esta, no puedo creerlo, estoy metido en una de las historietas que leí anoche, pero ¿como sucedió todo esto?, no me lo imagino. Tiene que ser él, seguro que es el padre de todos, sí, es el divino Cronos, entonces es cierto lo de los libros y las revistas, Cronos tomó por esposa a Rhea y el oráculo hizo predestinar una amenaza al supremo del universo, sería destronado por uno de sus hijos y éste se convertiría en el sucesor y soberano dios del universo.
Dios, casi me ve, por estar pensando en miles de posibilidades que obviamente son ciertas, voy a seguirlo.
Cronos salió despavorido ante tal noticia, corrió con pasos agigantados, lo seguí hasta un portal alumbrado con luces resplandecientes, fue en ese lugar y en ese momento que observe la mayor de las bestialidades.
Su boca comenzó a agigantarse de extremo a extremo, mostrando unos dientes salivados por el odio y la satisfacción, muy lentamente se iba tragando unos paños, al parecer se estaba tragando a sus propios hijos. A grandes males, grandes remedios.
-Yo seré el supremo, el todopoderoso, nadie arrebatara mi poder.
No me había dado cuenta, cuando intempestivamente ingresó Rhea, la supuesta perra esposa fiel del inescrupuloso, quien presurosa se tendió a los pies de Cronos, implorando que nunca mas volviera hacer eso, al parecer no era la primera vez que lo hacia, pero lo puerilmente significativo era que en sus ojos rutilantes perduraba al mismo tiempo la tristeza y la esperanza. Rhea mostrando desolación y haciendo un poco de aquí y poco de allá, sacando ese espanto trágico, se dirigió a su aposento y tomó los paños humedecidos lacrimógenamente, con los cuales se dirigió al campo volviendo con una sonrisa maquiavélica, de sien a sien.
Vociferando volcánicamente.
-Rhea ¿dónde estás? Has presencia a mí, ¿qué es eso que traes entre brazos?
-Es el último de nuestros hijos, el mas hermoso de todos-, respondió vivazmente.
-Entrégamelo, te lo ordena tu Dios.
-Atrévete a arrancármelo de mis brazos si puedes.
De una sola mirada amilano a su reina, tomando entre sus manotas el paño adornado por la gracia de la vida. Y como era de esperarse, se lo trago intempestivamente de un solo bocado.
Que sorpresa para el pobre, lo que se había tragado no era un paño lleno de materia inmortal, no señores, lo que se había tragado era un diamante en bruto, bruto como él para semejante estupidez. Claro, no había tiempo porque esperar, inquieta como fiera observe a Rhea echarlo entre sus delicado pecho al hijo que estaba guarecido en su alcoba. Como la noche incesante cubierto por un vaivén de vientos refugiados en los flagelos luminosos, rugió estrepitosamente Cronos, ya para ese instante la reina había salido corriendo protegida por las sombras de la neblina. El único refugio que tenía era la isla de Creta, donde sus fieles terrícolas le rendían una profunda veneración.
Entre las entrañas de Creta, navegando por ríos, cruzando pantanosas riberas, esquivando espinas ponzoñosas, llego al bosque indicado y fue en ese lugar que puso a disposición de las ninfas al niño, para que cada una de ellas fuera madre y sirviente de él.
-Por lo que mas quieran protejan como a mi vida misma a este hijo de dioses, hasta la madures perfecta debe saber la verdad.
-Así lo haremos mi reina. Contestaron inhiestas las ninfas.
Para mi era realmente alucinante lo que vivía y veía, no me explicaba como no me podían ver y como estaba de pronto en diferentes lugares, increíblemente era mi sueño.
Fue de esta manera que sucedió todo, yo vi claramente como ella entregaba a su hijo besando sus pies y lavándole con sus mismas lágrimas. Me hace recordar a la vecina de mi enamorada, quien después de haber recibido una buena paga por dejar a su hijo en brazos de extraños, comenzó a restregarse y golpearse el pecho y llorar lágrimas de sangre creyendo que con eso es suficiente para amenguar su dolor y su perfecta imbecilidad. Las ninfas cumplieron con su promesa, durante muchos días velaron por el bienestar del niño, dormitaba en una cuna de oro y siempre un sonido arrullaba su sueño. Por su parte la naturaleza hacía su parte, Amaltea, era la cabra blanca que amamantaba al niño, abejas destilaban una dulce miel para alimentar al recién nacido, las palomas le llevaban en su pico la ambrosía, alimento de los inmortales y un águila de alas inmensas, era portadora del néctar, bebida de los dioses.
Inclusive observe como las ninfas se idearon para entretener al niño, crearon una pelota de oro que al ser lanzada al aire desprendía una luz cálida. Apenas el niño comenzaba a llorar, los sacerdotes, comúnmente llamados Coribantes, comenzaban a golpear con un barrote los escudos de cobre, estos ruidos los realizaban para que Cronos no escuchara el llanto del pequeño.
Habían pasado largos días y noches, el niño dejo de serlo, para pasar a ser un adulto resuelto, embellecido con la fuerza y la sabiduría que solo un Dios puede engendrar. Lo más excitante y desastroso se inició, llego a enterarse de la verdad y con ello acarreo una treta en contra de su padre.
Un día decidió convertirse en el fiel servidor de su padre. Lo primero que hizo cuando llegó a él, fue ganarse su respeto y confianza, fue de esta manera que en una copa de vino mezcló un sinnúmero de brebajes.
-Tome mi señor, Dios entre los dioses. Aclamaba el joven.
-Gracias jovenzuelo.
Cuando de repente su estómago comenzó a revolucionar, tirado en el suelo vacio un cúmulo de vómitos y fue ese ingenio que hizo revivir y salir de las tripas de Cronos a sus hermanos rejuvenecidos, al igual que el diamante. Nunca había presenciado tal espectáculo, como era posible que de la garganta de un hombre salieran seres absolutamente desarrollados, mismos aliens. Imaginemos a Poseidón, Hades, Hera, Deméter y los Cíclopes salir de la nada a lo lleno, arrogados al mundo y encima crecidos y dotados de unos increíbles poderes.
Cronos enardecido por la cólera, con una rabia goteando entre sus manos, huyó hacia el Olimpo.
El joven contó con lujo de detalles a sus hermanos sobre lo sucedido con ellos y con él, entonces propuso.
-Hermanos dignos de la vida eterna, prolongación de un ser abominable, dejadme ser su más acolito seguidor en la lucha por lo justo, es necesario enfrentar la soberbia irremediable de nuestro padre. Necesito la alianza de dos hermanos en contra del supremo.
Poseidón, Hades y el encendido muchacho tomaron entre sus manos el destino de Cronos. Con la ayuda de los cíclopes enfrentaron las fuerzas divinas de su padre, quien contaba con el respaldo de todos los titanes.
-Yo soy Zeus dios de dioses, y tú padre que estas arriba, te abomino sobre todas las cosas, no merezco ser llamado hijo tuyo, porque tu no fuiste padre para mi, así como tu no fuiste digno hijo de tu padre Urano, mil veces te repudio y mil veces te maldigo.
Los dos ejércitos enemigos lucharon furiosamente, mezclándose entre una tempestad de piedras, lanzas, flechas y saetas, saliendo vencedores los cíclopes. Terminadas estas grandes guerras los tres hermanos se repartieron las diferentes regiones del Cosmos, a Hades le correspondió reinar en las entrañas de la tierra, dios de los funerales y la muerte. A Poseidón, le correspondió reinar sobre el mar y todas sus criaturas y a Zeus el dominio del cielo. Desterraron a los titanes y establecieron su morada en la cima del Monte Olimpo. El Olimpo es la montaña más alta de Grecia y está situada entre Macedonia y Tesalia, coronada por nubes, donde existe la eterna primavera, el aire es siempre tibio y la luz brilla con toda su pureza.
Claramente se percibía un aura de paz, mezclada entre los olores de una sangre derramada en pro de la justicia, aquella que tantas veces se nos niega como cuando a uno le tocan la puerta los hermanos de Jehová y simplemente esas entradas se abren y cierran en cuestiones de segundos o en los peores de los casos ignoramos su presencia. Fue así como sucedió todo, desde su trono de marfil Zeus gobernaba con el poder absoluto que solo él podía ejercer, si estaba enfadado, solo bastaba con gritar y el cielo retumbaba con relámpagos y rayos, y como todo suceso tiene su efecto y contradicción, el cielo nuevamente se tornaba de gris a un azulado esperanzador. Disminuida la ira del dios el viento se calmaba y aparecía la ninfa Iris, mensajera divina, colocando en la bóveda del cielo su banda de siete colores: el arcoiris, anunciando así el buen tiempo.
En lo absoluto, la visión era espeluznante pero al mismo tiempo divino y místico, era una fascinación, un sueño convertido en realidad, siempre desee estar presente en este momento, sin embargo nunca me imagine estar viviendo semejante hospitalidad, ¡uyuyuyyy... carajo!, me olvidaba que tenia que despertar, mi amada Linet debe estar preocupada por mí, tengo que justificar mi falta, aunque algo en mí me impide, y no sé como despertar, la magia celestial de este encanto me atrapa con su beldad. Los dioses vivían de lo más tendido, bien echados ellos, la vida era tranquila y plácida, nada perturbaba su paz. Por las mañanas, la Aurora, abría las puertas del palacio y una hermosa luz se difundía por el cielo, ese cielo no era tan solo azul, a veces mutaba y era rojizo, vestido de oropel, de un tenue verde oliva, me encantaba tanto hasta tal punto de permanecer en él como un pitoflero escudriñando entre la solemne belleza de sus campos y de esa calidez que siempre este trovador perseguía. ¿Y ahora que me queda?, estoy absolutamente solo, así como lo está Zeus, solitario en su cetro dolido por el divagar de un sueño impenetrable, que bueno saber que no soy el único, que alegría que la tristeza mía es compartida por la inmortalidad de la justicia, encerrado en una tibieza celestial y ensamblada en la hermosura de su prolongación.
Un día Zeus, pensó que una esposa podría alegrar su vida en el gran palacio. Descendió a la tierra donde vivía una hermosa diosa llamada Hera, para enamorarla recurrió a su acostumbrado recurso de la metamorfosis, desató una tormenta y se convirtió en una especie de ave parecida a la tórtola refugiándose a los pies de Hera. Compadecida la diosa del pobre animal, lo recogió y lo puso en su pecho para darle calor, pero Zeus le pidió que fuera su esposa. Y otra vez épocas de romanticismo agobian mi recuerdo, se celebraron las solemnes bodas, asistiendo todos los dioses hombres y animales, Hermes sirvió de mensajero para citar a tan importante fiesta. Así la bella Hera se convirtió en la reina del Olimpo. Zeus y Hera procrearon varios hijos, el ingenio de Zeus y el poder de este de cambiar su apariencia lograron poblar la tierra y el cielo de dioses y semi-dioses. Ahora la costumbre solitaria deja empapada mi lirica tristona y esta copla quisiera verla tendida en la mesa de mi amada, mi amada que lleva alejada de mi tantas horas como lo es esta fantasía de la realidad, y es que esta prosa ensoñadora no me deja, pero como lo viejo es lo nuevo y lo nuevo se volverá viejo debo evitarla y volver al pasado a la misma realidad palpable, si Zeus es feliz siendo dios yo seré feliz siendo hombre.
Cuando desperté, solo traje a colación a mi mujercita bella, y sin importar la desgracia de mi porte, salí corriendo del lugar, aún lloviznaba, quedaba la resaca de lo sufrido, esa que Vallejo movió con sus dedos grandes. Corrí y corrí, no había que pensar en nada, solo en aquella mujer que su vida me dio por entera y la mía entregué bajo su sexo. Un síntoma de nerviosismo recorrió mi ser cuando de pronto llegue a su casa, mojado y espantado por el recibimiento que me daría, me inundo la pena más honda, en ese momento me di media vuelta, pero ya estaba allí no había marcha atrás, ya era tarde. Toque su puerta y salió ella, era eternamente Linet, renunciaría a ver la el amanecer, a ver trinar los pajarillos, a ver como la alegría se plasma en un atardecer de arcoíris, y por último a ver la reverberación del cielo y sus olas reventando en sus nubes, todo era insignificante frente a ella.
-Te espere ayer, y mira como vienes, ¿es justo?
Realmente no era justo ni para ella ni para mí, pero no entendió el por qué de mi ausencia, era distinta, no la reconocía, no era la mujer de mentalidad abierta de la cual siempre caminaba enamorado.
-T e entiendo, perdóname, soy una tonta amor, ayer fue una fecha tan especial para mí que la idea de que estés lejos me hace sentir deleznable, frágil, ¿perdóname si?
Y como no iba a perdonarla, era la mujer perfecta, no encontraría otra mas adecuada que ella, la única capaz de reconocer sus errores y decir perdón, me equivoque, lo siento; por eso la amaba tanto.
-Amor ayer soñé que yo era una reina y estaba sentada en un trono a lado de un hombre profundamente bello y sabio, y tú ¿Qué has soñado?- me lo decía con tanto asombro y angustia, que sus ojos brillaban hasta el punto de lagrimear.
-¿Yo?, yo solo pensaba en ti Linet, no soñé nada, y una pluma se posó en mi hombro y comprendí que de lejos alguien me observaba con solemne justicia.
8 comentarios:
Hola, esta es mi primer visita y obviamente no va a ser la última ya que no pude terminar de leer tu post. Doblé una "orejita" como hago con un libro y sigo mañana.
Pero viene bueno.
Te espero de visita por el mío. Saludos.
vamos ricardo, felicitaciones como siempre querido amigo...
estaba triste , muy triste asi que tuve que buscar algun amigo
ahora hay un pequeño detalle
tu estas lejos asi que lo minimo en que te encuentro es en tus escritos y el orgullo
por saber como escribes
y que de eso aparte
tenga tu amistad
como que a cualquiera le reanima.
un beso
cuando vi la extensión de este post pensé que no lo leería... después me fui adentrando y cuando me di cuenta estaba por terminar.
muchas veces he dicho que escribes muy bien, pero en esta ocasión llegaste 'mas allá'. de verdad me gusto mucho.
cuando estás ante un relato tan bien construido, sobran las demás palabras.
un saludo desde méxico.
pasaba a saludarte y a leer un poco de tus escritos, aunq este no sea precisamente un poco x q esta largo jajajajaj me dió gusto leerlo.
Un abrazo
Manya tío está de puta mare.
Sobre todo porque me aluciné demasiado.
hola me ha gustado mucho... tenia mucho que no pasaba pero como siempre es un placer... un saludo y un gran abrazo... espero todo este bien por alla... que todo en tu tierra mejore, te envio muy buena vibra saludos.
Apasionante, no decae ni un segundo........
saludos lilas
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