Medaly, Medaly, aquella niña que se convirtió en mujer en mis manos, es ahora una madre con un hijo a cuestas, vive lejos, no se donde.
Karen era su hermana menor, en esa época ella tenía doce años y Medaly rodeaba los catorce, yo poseía catorce años aún era un púber al igual que ella.
Pasaron cerca de dos años, yo me encontraba tranquilo; estudiaba, hacia mis tareas escolares, jugaba play station con mis amigos, fulbito, increíblemente me había convertido casi en un nerd.
En una oportunidad me encontraba jugando trompo con mis amigos, era mas o menos las cuatro y treinta y seis de la tarde, hasta que dos se acercaron presurosos.
-Denis no sabes quien ha llegado al barrio- me decían escabrosamente.
-No se, ¿quien ahhh...?
-Es Karen, ¿no te acuerdas? la hermana menor de Medaly. Está bien rica vamos a verla.
En verdad que no me acordaba quien era, pero accedí a visitarla. Me llevaron a la casa donde vivía, bueno era un hospedaje. Cuando la vi recordé que su presencia me era conocida, claro era la niña que me miraba por la ventana mientras yo besaba vehementemente a su hermana. Su cuerpo había convulsionado, pequeños pero formados bultos se conformaban en su estelada piel.
Yo solo atinaba a mirarla, no podía hacer otra cosa a diferencia de mis amigos que comenzaron a fastidiarla con bromas estúpidas, y ella respondía con una sonrisa azucarada, yo solo la miraba de reojo y nada más. Así pasaron los minutos, hasta que llego el momento y tuve que despedirme de ella. Al día siguiente casi todo fue igual, salvo que en esta vez ella se acerco a mí.
-¿Tu nombre es Denis verdad?
-Sí, así es amiga – le sonreí quedamente para que sintiera confianza.
Mis amigos se retiraron temprano esta vez, porque a pesar de que eran unos vagos, tenían que cumplir con las tareas hogareñas. Me quede conversando con Karen, intercambiábamos anécdotas, caminábamos alrededor de su casa, visitamos la mía –estaba cuatro cuadras recuerdo-, ella parecía incansable y yo por ser el hombre allí no me haría opacar. La conversación era fluida, hasta que Karen me dijo que tenía que irse, ya era tarde, la señora del hospedaje no le permitía pasado de las siete de la noche. Tuvo que retirarse, me despedí con un beso cálido en su mejilla rosadita y cada uno se fue a su casa con un sabor almibarado entre los labios.
De esta manera pasaron casi dos meses y cada día que la visitaba, entrabamos más en confianza.
Paseábamos por el parque de su casa, -ella tenía el tiempo disponible para mí porque no estudiaba –me tomaba de la cintura y yo no me quedaba atrás, la abrazaba, caminábamos jubilosos. Visitábamos la panadería de la esquina y compraba algunos pastelitos mientras ella me mostraba su entrañable sonrisa.
-Falta solo besarnos- me dijo.
-¿Para qué?– bobamente le respondí.
-¡Para ser enamorados pues tonto!
Ella corrió hacia una lúgubre casa.
-¡Atrápame si puedes!
Fui enseguida tras ella, como si fuera un cernícalo volando tras su refinada presa.
Nuestros cuerpos se encontraron, ambos estábamos muy agitados e impacientes por magrearnos. Karen tomó mi quijada.
-Bésame.
Excitado, rodee su cintura con mis brazos, la empuje delicadamente contra la pared y tempestuosamente nos propiciamos un certero beso. Piel a piel temblábamos, ella me abrazó y araño mi espalda, pero era tan delicioso.
-Me gustaste desde el día en que te vi con mi hermana.
Claro esta que no podía decírmelo a su corta edad, en ese entonces era una niña. Aunque los sentimientos humanos son impredecibles; aquella niña me gustaba mucho, quizás porque parecía un querubín, pero como repito era una niña y además era la hermana de la fogosa Medaly.
Bueno, al fin y al cabo le correspondí. Desde aquella vez la frecuentaba más seguido. Me acuerdo que varias veces la casa donde se hospedaba, se quedaba absolutamente sola. Nosotros aprovechábamos la soledad de la posada para ultrajarla. Hacíamos un derroche de placer por las tardes. Ella deliraba con cada caricia que le brindaba y yo ni que decirlo -también la gozaba-.
Aquellos días transcurrían, me decía que la señora del hospedaje era una pesada y que no la aguantaba más, que cualquier día le iba a jugar una broma pesada; a mí no me gustaba su actitud.
Ya comenzaba los problemas. Pero hasta ahora no comprendo, era una jovencita tan bella, hermosa Penélope, singular Cleopatra, incomparable Afrodita, sin embargo su presencia comenzaba a hostigarme. Karen comenzaba a tornarse espesa, no me dejaba ni un minuto solo, atrapaba mis horarios y se creía dueña del tiempo; me sentía acosado.
-Mi amor, hoy tendré que verte en la tarde.
-No Karen, hoy no.
-Denis te necesito.
-Entiende hoy día no se puede y punto.
Carajo ella no entendía palabras, que quería que le diga, ya comenzaba a perder los papeles. Le dije que se vaya, que se largue, que no quería verla más.
-Entonces me voy imbécil.
-Vete y lárgate para siempre no vengas a verme.
Ya llevo una semana sin verla, que sosiego. Me encontraba en mis últimos días de clases, justo este viernes íbamos a salir del prestigioso colegio nacional “San Juan”, - que de por cierto era como cualquiera-.
Siempre acostumbraban a sacarnos por la puerta trasera, pero esta vez, -no se por cuestiones del destino creo yo-, nos botaron por la puerta principal.
El día era hermoso todos salieron abrazados como hermanos, hacia calor y era tan delicioso. Entre las solemnes carcajadas de mis compañeros y mías, escuché una vocecilla que me decía -Denis-, no podía creerlo, era ella, me había visitado, estaba tan bella; su rostro decorado, con su faldita negra y un escote que para que contar, parecía una señorita de citas.
-¿Por qué has venido?- casi encolerizado.
-No podía soportar otro día igual sin ti.
Me abrazo y que asco sentí, su cuerpo de ramera era insoportable y ese perfume barato la convertía en una cosa abominable; -lárgate- le repetía a cada instante, pero ella me seguía como perra fiel.
-Yo me voy a mi casa- le dije.
-Yo te acompaño-
No quería que me siguiera, de un de repente subí al carro, no se como pero Karen estaba atrás de mí.
-No tengo para pagar tu pasaje-
-No te preocupes que yo tengo el mío- así me dijo.
Apenas estaba llegando a la puerta de mi casa para abrirla, –daba la casualidad que no había nadie- ella se abalanza sobre mí y me besa. Yo trate de retirarla pero ella se aferraba a mis labios.
-¡Mira lo que haces!- la herida comenzaba a burbujear sangre inconteniblemente.
-E s que tú me obligas Denis- me respondió asustadiza.
-Escúchame Denis, jamás podre decir “te amo” si no es a ti.
Me colmo tanto la paciencia que no me quedo de otra que empujarla y decirle que se vaya a la mismísima mierda.
-¡Vete perrísima!- hasta yo mismo me sorprendí.
Creo que esas palabras le hirieron hondamente, se marcho llorosa.
Cansado de esta situación decidí viajar por una semana a Cajamarca con un amigo del barrio. La pasábamos tranquilos divirtiéndonos, paseándonos por diversos lugares, conocí lindas mujeres, no podía ser mejor. Por un instante olvidé los malestares que me ocasionó aquella niña impulsiva.
Mi madre llego justo el último día de la semana y me interrogo por Karen.
-Hijo ¿Karen se ha comunicado contigo?
-No, claro que no mamá, ¡como crees!
De esta manera fue que me entere que Karen había huido de su hospedaje, robando todo a su alcance –al parecer cumplió con su broma pesada-. La última vez que la vieron fue en el centro de Trujillo, con una maleta negra, grande.
Quisiera saber que pasó con aquella jovenzuela, que a pesar de todo, marco mi vida abismalmente. Se convirtió en una quimera perpetua. Creo que a Karen si llegue a amarla.
Algunos comentarios se tejieron bajo su ausencia, la gente murmuraba y decían que había tenido dos hijos, que vivía con un hombre que la magullaba, que se encontraba sumada en la profunda miseria.Yo solo quise quedarme con aquel recuerdo de su vida infantil, hasta ahora la recuerdo y cada vez que salgo de la universidad espero encontrarla frente a la puerta, esperándome con su rostro acicalado, con esa falda negra al borde de su pubis, con sus alhajas saqueadas, con ese aire de prostituta barata.
Karen era su hermana menor, en esa época ella tenía doce años y Medaly rodeaba los catorce, yo poseía catorce años aún era un púber al igual que ella.
Pasaron cerca de dos años, yo me encontraba tranquilo; estudiaba, hacia mis tareas escolares, jugaba play station con mis amigos, fulbito, increíblemente me había convertido casi en un nerd.
En una oportunidad me encontraba jugando trompo con mis amigos, era mas o menos las cuatro y treinta y seis de la tarde, hasta que dos se acercaron presurosos.
-Denis no sabes quien ha llegado al barrio- me decían escabrosamente.
-No se, ¿quien ahhh...?
-Es Karen, ¿no te acuerdas? la hermana menor de Medaly. Está bien rica vamos a verla.
En verdad que no me acordaba quien era, pero accedí a visitarla. Me llevaron a la casa donde vivía, bueno era un hospedaje. Cuando la vi recordé que su presencia me era conocida, claro era la niña que me miraba por la ventana mientras yo besaba vehementemente a su hermana. Su cuerpo había convulsionado, pequeños pero formados bultos se conformaban en su estelada piel.
Yo solo atinaba a mirarla, no podía hacer otra cosa a diferencia de mis amigos que comenzaron a fastidiarla con bromas estúpidas, y ella respondía con una sonrisa azucarada, yo solo la miraba de reojo y nada más. Así pasaron los minutos, hasta que llego el momento y tuve que despedirme de ella. Al día siguiente casi todo fue igual, salvo que en esta vez ella se acerco a mí.
-¿Tu nombre es Denis verdad?
-Sí, así es amiga – le sonreí quedamente para que sintiera confianza.
Mis amigos se retiraron temprano esta vez, porque a pesar de que eran unos vagos, tenían que cumplir con las tareas hogareñas. Me quede conversando con Karen, intercambiábamos anécdotas, caminábamos alrededor de su casa, visitamos la mía –estaba cuatro cuadras recuerdo-, ella parecía incansable y yo por ser el hombre allí no me haría opacar. La conversación era fluida, hasta que Karen me dijo que tenía que irse, ya era tarde, la señora del hospedaje no le permitía pasado de las siete de la noche. Tuvo que retirarse, me despedí con un beso cálido en su mejilla rosadita y cada uno se fue a su casa con un sabor almibarado entre los labios.
De esta manera pasaron casi dos meses y cada día que la visitaba, entrabamos más en confianza.
Paseábamos por el parque de su casa, -ella tenía el tiempo disponible para mí porque no estudiaba –me tomaba de la cintura y yo no me quedaba atrás, la abrazaba, caminábamos jubilosos. Visitábamos la panadería de la esquina y compraba algunos pastelitos mientras ella me mostraba su entrañable sonrisa.
-Falta solo besarnos- me dijo.
-¿Para qué?– bobamente le respondí.
-¡Para ser enamorados pues tonto!
Ella corrió hacia una lúgubre casa.
-¡Atrápame si puedes!
Fui enseguida tras ella, como si fuera un cernícalo volando tras su refinada presa.
Nuestros cuerpos se encontraron, ambos estábamos muy agitados e impacientes por magrearnos. Karen tomó mi quijada.
-Bésame.
Excitado, rodee su cintura con mis brazos, la empuje delicadamente contra la pared y tempestuosamente nos propiciamos un certero beso. Piel a piel temblábamos, ella me abrazó y araño mi espalda, pero era tan delicioso.
-Me gustaste desde el día en que te vi con mi hermana.
Claro esta que no podía decírmelo a su corta edad, en ese entonces era una niña. Aunque los sentimientos humanos son impredecibles; aquella niña me gustaba mucho, quizás porque parecía un querubín, pero como repito era una niña y además era la hermana de la fogosa Medaly.
Bueno, al fin y al cabo le correspondí. Desde aquella vez la frecuentaba más seguido. Me acuerdo que varias veces la casa donde se hospedaba, se quedaba absolutamente sola. Nosotros aprovechábamos la soledad de la posada para ultrajarla. Hacíamos un derroche de placer por las tardes. Ella deliraba con cada caricia que le brindaba y yo ni que decirlo -también la gozaba-.
Aquellos días transcurrían, me decía que la señora del hospedaje era una pesada y que no la aguantaba más, que cualquier día le iba a jugar una broma pesada; a mí no me gustaba su actitud.
Ya comenzaba los problemas. Pero hasta ahora no comprendo, era una jovencita tan bella, hermosa Penélope, singular Cleopatra, incomparable Afrodita, sin embargo su presencia comenzaba a hostigarme. Karen comenzaba a tornarse espesa, no me dejaba ni un minuto solo, atrapaba mis horarios y se creía dueña del tiempo; me sentía acosado.
-Mi amor, hoy tendré que verte en la tarde.
-No Karen, hoy no.
-Denis te necesito.
-Entiende hoy día no se puede y punto.
Carajo ella no entendía palabras, que quería que le diga, ya comenzaba a perder los papeles. Le dije que se vaya, que se largue, que no quería verla más.
-Entonces me voy imbécil.
-Vete y lárgate para siempre no vengas a verme.
Ya llevo una semana sin verla, que sosiego. Me encontraba en mis últimos días de clases, justo este viernes íbamos a salir del prestigioso colegio nacional “San Juan”, - que de por cierto era como cualquiera-.
Siempre acostumbraban a sacarnos por la puerta trasera, pero esta vez, -no se por cuestiones del destino creo yo-, nos botaron por la puerta principal.
El día era hermoso todos salieron abrazados como hermanos, hacia calor y era tan delicioso. Entre las solemnes carcajadas de mis compañeros y mías, escuché una vocecilla que me decía -Denis-, no podía creerlo, era ella, me había visitado, estaba tan bella; su rostro decorado, con su faldita negra y un escote que para que contar, parecía una señorita de citas.
-¿Por qué has venido?- casi encolerizado.
-No podía soportar otro día igual sin ti.
Me abrazo y que asco sentí, su cuerpo de ramera era insoportable y ese perfume barato la convertía en una cosa abominable; -lárgate- le repetía a cada instante, pero ella me seguía como perra fiel.
-Yo me voy a mi casa- le dije.
-Yo te acompaño-
No quería que me siguiera, de un de repente subí al carro, no se como pero Karen estaba atrás de mí.
-No tengo para pagar tu pasaje-
-No te preocupes que yo tengo el mío- así me dijo.
Apenas estaba llegando a la puerta de mi casa para abrirla, –daba la casualidad que no había nadie- ella se abalanza sobre mí y me besa. Yo trate de retirarla pero ella se aferraba a mis labios.
-¡Mira lo que haces!- la herida comenzaba a burbujear sangre inconteniblemente.
-E s que tú me obligas Denis- me respondió asustadiza.
-Escúchame Denis, jamás podre decir “te amo” si no es a ti.
Me colmo tanto la paciencia que no me quedo de otra que empujarla y decirle que se vaya a la mismísima mierda.
-¡Vete perrísima!- hasta yo mismo me sorprendí.
Creo que esas palabras le hirieron hondamente, se marcho llorosa.
Cansado de esta situación decidí viajar por una semana a Cajamarca con un amigo del barrio. La pasábamos tranquilos divirtiéndonos, paseándonos por diversos lugares, conocí lindas mujeres, no podía ser mejor. Por un instante olvidé los malestares que me ocasionó aquella niña impulsiva.
Mi madre llego justo el último día de la semana y me interrogo por Karen.
-Hijo ¿Karen se ha comunicado contigo?
-No, claro que no mamá, ¡como crees!
De esta manera fue que me entere que Karen había huido de su hospedaje, robando todo a su alcance –al parecer cumplió con su broma pesada-. La última vez que la vieron fue en el centro de Trujillo, con una maleta negra, grande.
Quisiera saber que pasó con aquella jovenzuela, que a pesar de todo, marco mi vida abismalmente. Se convirtió en una quimera perpetua. Creo que a Karen si llegue a amarla.
Algunos comentarios se tejieron bajo su ausencia, la gente murmuraba y decían que había tenido dos hijos, que vivía con un hombre que la magullaba, que se encontraba sumada en la profunda miseria.Yo solo quise quedarme con aquel recuerdo de su vida infantil, hasta ahora la recuerdo y cada vez que salgo de la universidad espero encontrarla frente a la puerta, esperándome con su rostro acicalado, con esa falda negra al borde de su pubis, con sus alhajas saqueadas, con ese aire de prostituta barata.
4 comentarios:
el colmo con la hermana tambien!
ya lo lei otra vez , sin mentirte mas de dos , y acabo de recordar algo: todas las mujeres llevamos la fogocidad de Karen ,la provocacion , la coqueteria por mas cara de querubi e inocencia no tienen ustedes los hombres hasta donde llega nuestra imaginacion! que hable mi pared o la espalda con araños de Rafa jaja
RICARDO A PAMELITA: JAJAJA PAME SI TIENES RAZÓN INOCENCIA/CANDELA, PERPETUA DIALÉCTICA DE MUJER
-MULTIORGÁSMICA- CREO =Þ
posdata: (tranquila con Rafa) xD
Oe 'on cada día estás escribiendo mejor.
Este relatos está de la conchesumare. Ta wenaza la chibola . . .
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