sábado, 23 de junio de 2007

TIEMPOS DE FURIA



Imaginemos por un instante que el tiempo de nuestra vida y el de los demás se encuentran en nuestras manos, y poseemos el absoluto poder de controlarlo a nuestro antojo.
Una vez un amigo me preguntó: ¿Qué harías si puedes cambiar el tiempo en tu vida?
Claro yo con voz trémula le respondí que no sabía, una pregunta así de repente meceré una respuesta inmediata. Marcos me insistió y fue aún más directo y crudo a la vez
-¿cambiarias los errores de tu amor pasado si manejaras el tiempo a tu libre albedrío?-
Nuevamente me quede callado ante su insistente pregunta, digo nuevamente porque la respuesta anterior solo fue un escaparate. Le dije que esperara, que ya volvería,
-¿A dónde vas?, me preguntó; le dije que iba por cerveza que no me demoraba y lo tomo con tranquilidad.
Mientras caminaba pensativo por la pregunta que de cierta manera me puso nostálgico, iba recordando al mismo instante la noche que me declaré a una mujer, blanca como la luna y cálida como el sol; que a pesar que fue mil veces mi mujer, era mas que eso; era la amiga perfecta,
-¿Qué desea joven?- de tanto imaginarla no me percate que había llegado a la bodega,
-ah señor deme cuatro cervezas-
-¿las deseas heladas o sin helar?-
-heladas por favor-; aunque hacía frío, y lo suficiente como para adormecer mis pestañas, la costumbre de tomar cerveza helada era inexorable.
-Joven tenga ¡son diez soles! gracias maestro, le respondí.
Al regresar con las cuatro cervezas, mi amigo impaciente me dijo: siéntate y destápalas de una vez. Así lo hice y se la pase una, ahora si me dijo y volvió a insistir sobre la pregunta que me había realizado, -¿que piensas de eso?- evidentemente no supe que responderle, mira hermano le dije; hay momentos y circunstancias en la vida muy cruentas, desesperantes, incluso porque no decirlo abominables, uno daría cualquier cosa por cambiarlas y con respecto a los problemas del corazón uno siempre dubita.
Bueno pero si quieres una respuesta, ¡es obvio no amigo!; volvería a cometer los mismos errores del pasado, pues no dicen que de ellos se aprende. -No seas estúpido Renzo-, con ese carácter airoso respondió Marcos, como un mero crítico literario, el cual se siente lacerado por una aberración –uno cuando transforma la temporalidad en todo su sentido lato, desde el momento en que se toma en las manos, se escapa hombre como agua entre los dedos; eso es así, nada puede ser igual-.
Marcos y Renzo, se sentían atrapados entre el vaivén de los vasos y además mortecinos por la noche gélida. Todo era perpetuo silencio, miradas reflexivas trasuntadas por las pupilas, miradas fijadas en un solo punto y el silencio irremediable de esa noche los abrazaba. De pronto Marcos con voz agresiva asalto a Renzo -¿carajo regresarías con tu antigua enamorada a pesar de ser consiente de todo el malestar que te causará esa relación?
Puta madre le dije, ya no me jodas con esas preguntas; ya deja de atormentarme mierda, -es solo una pregunta, ¿puedes o no responderla?-.
Renzo con los ojos rutilantes se aferro a los brazos de su amigo, -cada vez que me hablas de ese tema sabes tú muy bien como me siento y aún así insistes- sin embrago negó rotundamente la posibilidad de regresar con su “ex”. –Esta bien, no es para que te ofusques Renzo, ya ves, si hay una respuesta a tu soledad-. Los muchachos acabaron las cervezas y fueron a devolver los envases.
Vamos te acompaño a tu casa le dijo Marcos a Renzo. Entre la neblina y el frío que calaba en nuestros huesos que poco a poco se entumecían al paso de nuestros gélidos pies, se me cruzó por la mente preguntarle a cerca de su amor pasado, pero se me hacia raro porque nunca le conocí chica alguna a pesar que era un fanático de las mujeres con las manos delicadas, orejas finas y pies hermosos; de esas que se encuentran pocas. Pero de todas maneras me decidí a preguntarle así tan directo como él me pregunto, si claro que sí, era lo mejor porque a veces uno no sabe hasta cuando va existir, quizás muera esta noche o quizás me quede esta espina en mi cerebro para toda la vida. Me atreví y le pregunté,- ¿y tú que hubieras cambiado de tu amor pasado?- , se detuvo a escasos tres metros de mí, sus ojos reverberaban rabia, copulaban lágrimas a borbotones, inestable su rostro se acerco contra mí, me empujó abruptamente, caí al suelo de un reverendo puñetazo conciso, sin asco me comenzó a agredir, sus manos que antes me brindaban confianza y seguridad, ahora se convertían en objeto de injuria.
-¿Qué te pasa cojudo? ¿Qué tienes? , fue solo una pregunta-
Su fas mostraba una clara inestabilidad, sus ojos saltones y rojizos, sus pasos perplejos. Antes de voltear y retirarse escabrosamente me dijo: ¡mataría a tu antigua enamorada y por último me mataría yo”!
Esas tres últimas palabras me dejaron desolado, pero me hicieron comprender la agresividad de su actitud. Han pasado veinte años desde aquella bohemia, y hasta ahora me pregunto ¿y si no hubiera estado con aquella enamorada?, ¿y si no hubiera estado a lado de mi amigo aquella noche?, y ¿si hoy no estaría frente a su tumba?


3 comentarios:

la dueña dijo...

yo creo que las cosas siempre pasan por algo , los erores que cometi no los borraria de ellos aprendi , no cambio nada.

Gonzalo Del Rosario dijo...

Mierda, no creo que sirva de nada pensar en: ¿Y si hubiera?

Eso se lo dejo a mi amigo el chico subjuntivo.

Srta. Maquiavélica dijo...

wwooww cool post, esa pintura de Dali¡¡¡¡¡ me fascino amo a Dali¡¡¡
aqui de metiche
besitos